Por Josefina del Pilar Irale– Psicóloga, Especialista en Neurociencias, MBA y CEO de Well at
Work
El envejecimiento es un proceso natural que conlleva cambios físicos, cognitivos y emocionales. En
este contexto, el bienestar integral de las personas mayores es un tema de creciente interés,
especialmente en residencias geriátricas, donde es fundamental garantizar no solo una atención
médica adecuada, sino también una calidad de vida plena. Las actividades lúdicas han demostrado
ser una herramienta clave para promover la estimulación cognitiva, la socialización y el bienestar
emocional en esta etapa de la vida.
Desde la neurociencia, se ha comprobado que el juego no es una actividad exclusiva de la infancia,
sino un mecanismo de aprendizaje, adaptación y desarrollo cerebral a lo largo de toda la vida.
Investigaciones del Instituto Max Planck de Neurociencia Cognitiva han evidenciado que las
actividades lúdicas activan múltiples áreas cerebrales, incluyendo la corteza prefrontal, responsable
de la toma de decisiones y la memoria de trabajo; el hemisferio derecho, vinculado con la
creatividad y la expresión emocional; y el hipocampo, área clave en la memoria y la orientación
espacial. En el caso de las personas mayores, estos estímulos pueden contribuir a la prevención del
deterioro cognitivo y mejorar la reserva cognitiva, un concepto que hace referencia a la capacidad
del cerebro para resistir el daño neurológico mediante conexiones neuronales fortalecidas.
Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que los adultos mayores que participan en
actividades recreativas de manera regular tienen un 30% menos de probabilidades de desarrollar
deterioro cognitivo en comparación con aquellos que llevan una rutina más pasiva. Esto se debe a
que el juego favorece la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y
reorganizarse ante los cambios, lo que resulta crucial en la prevención de enfermedades
neurodegenerativas como el Alzheimer y otras formas de demencia.
Más allá del impacto en las funciones cognitivas, el aspecto emocional es otra dimensión
fundamental. La psiquiatra Marian Rojas Estapé sostiene que el cerebro humano necesita estímulos
positivos para mantener su vitalidad y evitar el desgaste emocional. En las personas mayores, la
pérdida de autonomía, la ausencia de un propósito claro y la reducción de interacciones sociales
pueden generar cuadros de ansiedad y depresión. La incorporación de actividades lúdicas en los
geriátricos ayuda a contrarrestar estos efectos al fomentar la producción de neurotransmisores como
la dopamina y la serotonina, esenciales para la regulación del estado de ánimo y la motivación.
Los beneficios de las actividades recreativas en personas mayores no solo se reflejan en el ámbito
emocional y cognitivo, sino también en la dimensión social. La interacción con otros mediante el
juego fortalece los lazos afectivos, favorece la comunicación y disminuye la sensación de
aislamiento, un factor de riesgo significativo para el deterioro de la salud mental. Estudios
realizados por la Fundación Española de Neurociencia han demostrado que el juego en grupo
mejora la percepción de bienestar y reduce los niveles de estrés en adultos mayores
institucionalizados.
En el ámbito de la gerontología, se han establecido diversos indicadores de bienestar asociados a la
participación en actividades lúdicas. La Organización Mundial de la Salud ha señalado que los
adultos mayores que se mantienen activos mediante el juego presentan un 45% más de satisfacción
con su vida diaria. Asimismo, investigaciones del Instituto Nacional de Salud Mental indican que la
integración de actividades recreativas en geriátricos puede reducir los síntomas de depresión en más
del 50% de los casos.
Para lograr un impacto real, es importante que las actividades sean adaptadas a las capacidades
individuales de cada persona y que generen un verdadero disfrute. Algunas estrategias efectivas
incluyen talleres de expresión artística como la pintura y la escritura creativa, juegos de estrategia
que estimulen la memoria, actividades musicales que despierten recuerdos y emociones, ejercicios
de mindfulness que fomenten la relajación, y actividades físicas como el baile o el tai chi, que no
solo aportan beneficios psicológicos sino también mejoran la movilidad y la coordinación motora.
El bienestar en la vejez es una construcción integral que va más allá de la atención médica.
Incorporar el juego en la rutina de los geriátricos no es simplemente una opción recreativa, sino una
estrategia clave para mejorar la calidad de vida de los residentes. Desde la neurociencia y la
psicología, se refuerza la idea de que el cerebro nunca deja de aprender, adaptarse y beneficiarse de
nuevas experiencias. Apostar por actividades lúdicas en la tercera edad es apostar por un
envejecimiento activo, saludable y lleno de sentido.
Fuentes:
- Rojas Estapé, M. (2021). Cómo hacer que te pasen cosas buenas. Editorial Espasa.
- Organización Mundial de la Salud (OMS). Envejecimiento y salud mental.
- Instituto Max Planck de Neurociencia Cognitiva. Plasticidad cerebral en adultos mayores.
- Universidad de Harvard. Estudio sobre neuroplasticidad y envejecimiento.
- Centro de Envejecimiento Cognitivo de la Universidad de Stanford.